Entre el 28 y el 30 de mayo estaremos en el I Congreso Provincial y Nacional de Políticas Públicas, que se desarrollará en San Juan. Lxs amigxs de la organización estudiantil Creando están en la organización y aquí se puede consultar el programa del evento .
miércoles, 27 de mayo de 2015
miércoles, 20 de mayo de 2015
Derecho penal: "Política criminal y Estado de derecho."
Se acerca el V Congreso para estudiantes y jóvenes graduados. Derecho penal: "Política criminal y Estado de derecho." Junto con otros jóvenes estaré comentando una de las mesas y todavía hay tiempo para enviar ponencias.
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jueves, 14 de mayo de 2015
Hasta que dios quiera. Una metáfora de la estructura de la Corte Suprema
Seguiré en el cargo “mientras dios
me de fuerza, vida y plenitud” podría ser el emblema de un monarca medieval,
pero tampoco de todo monarca porque muchos de ellos rendían cuenta no solamente
a dios, sino también a príncipes electores y otros estamentos eclesiásticos y
feudales. Esas palabras fueron pronunciadas con una voz notablemente baja y deslucida
por el Juez de la Corte Suprema Carlos Santiago Fayt, y postular que es una
frase medieval implicaría ser injustos con el medioevo. Sin embargo aquí no me
interesa cargar sobre Fayt, un juez con posturas y argumentaciones bastante
conservadoras en materia de tenencia de estupefacientes para consumo personal,
pero con importantes disidencias en la Corte menemista y algunos buenos
pronunciamientos en los últimos años. Sí me interesa detenerme en la frase y en
el medio en el que fue pronunciada, que ilustran una buena parte del óxido que
corroe las estructuras de todo el Poder Judicial, y de la Corte Suprema en
particular.
En primer lugar Fayt balbuceó
esas palabras en un programa radial de “Gente de Derecho”, agrupación que desde
el 2006 tiene la Presidencia del Colegio Público de Abogados de la Capital
Federal, y que también representa a la corporación de los abogados en el
Consejo de la Magistratura. Jorge Rizzo, uno de los referentes de “Gente de
Derecho” y tres veces Presidente del Colegio (2006-2008, 2008-2010 y 2012-2014),
no solamente difundió las palabras de Fayt sino que fue su abogado durante
mucho tiempo, lo que muestra la promiscuidad entre la cabeza de la corporación
judicial y la cabeza de la corporación de los abogados. Pero “Rizzo” es además
la carátula de un fallo muy emblemático: aquél en cual la Corte Suprema declaró
inconstitucional la reforma del Consejo de la Magistratura que se sancionó
dentro del paquete normativo tendiente a democratizar al Poder Judicial. Fue en
ese pronunciamiento, dictado en el medio de un amplio debate sobre la necesidad
de democratizar el Poder Judicial, que el Juez que solamente le rinde cuentas a
dios no tuvo reparos en postular que los magistrados tienen idéntica
legitimidad democrática que los Diputados, los Senadores y el Presidente.
Hay algo que resulta obvio: si
Fayt no renunció es porque desea mantenerse como Juez de la Corte, cargo que
ocupa desde el 21 de diciembre de 1983. También resulta obvio que si tiene
intenciones de quedarse -o perpetuarse- y se encuentra cuestionado, brinde
razones para hacerlo. En varios órdenes de la vida los argumentos públicos no
necesariamente coinciden con los motivos reales que están detrás de una acción
o decisión puesto que la exposición al público, la rendición de cuentas al
público, puede exigir ocultar algunos argumentos y enunciar otros inexistentes.
Fayt no dijo que se quedaría para “seguir haciendo justicia”, para “proteger
los derechos de los más vulnerables” o “para frenar al Poder Ejecutivo”, sino
que simplemente afirmó que se quedaría hasta dios lo quiera. Fayt no enunció
razones por las cuales sería importante que se quedara en la Corte, y esto es
así porque el Poder Judicial no da razones, no rinde cuentas a la ciudadanía.
Es tan amplia la desconexión entre el Poder Judicial y el pueblo, que Fayt ni
siquiera se molestó en inventar –como suelen hacer los políticos que no son
jueces- alguna razón pública que justificara su permanencia en el cargo.
Por estos días se volvió muy
recurrente dudar sobre la capacidad física y mental de Fayt, pero su caso es
igual de problemático sea que sus aptitudes sean óptimas o muy deterioradas,
porque el problema no es personal sino estructural. La Corte tiene la última
palabra en todos los temas de relevancia constitucional, decide sobre las
cuestiones políticas y sociales más importante del Estado, y uno de los magistrados
está ocupando uno de los sillones del palacio desde antes que casi la mitad de
quienes hoy viven en territorio argentino hubieran nacido. Cuando Fayt asumió
como juez de la Corte diecisiete millones de personas que hoy viven en
Argentina ni siquiera habían nacido. Ni ellos, ni los que estaban vivos, están
en condiciones de hacer algo si quieren que Fayt deje de ser juez. No pueden no
elegirlo en las próximas elecciones, o revocarle el mandato. Tampoco pueden
esperar que le finalice el mandato porque el cargo es eterno. Esta estructura
de la Corte le permite darse el lujo de decir cualquier cosa en las sentencias,
no dar razones públicas sobre cuestiones institucionales del tribunal, o
mantener relaciones promiscuas con la corporación de los abogados. En la Corte
no hay elecciones ni hay mandatos. Como bien sabe Fayt, y ni siquiera tiene
vergüenza en decirlo, los jueces se quedan hasta que dios quiera.
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