En general tengo una mirada muy
crítica de la estructura del Poder Judicial en la Argentina. La localización de
los tribunales y los juzgados en Palacios muy lejos de los barrios, un horario
de atención no solamente muy acotado sino también extremadamente inaccesible
para una buena parte de los trabajadores, un escandaloso privilegio en los días
de vacaciones, un sistema de prácticas, rituales y lenguajes inaccesibles para
la mayoría de la población, son solamente algunos de los aspectos reprochables –que
en algunos casos también valen para instituciones legislativas y ejecutivas-.
La tensión entre las estructuras
y los agentes atraviesa gran parte de las discusiones en ciencias sociales,
pero en este caso puede decirse que a pesar de la pesada estructura del Poder
Judicial hay varios funcionarios y funcionarias, jueces y juezas que intentan
redefinir algunos de los aspectos reprochables que tiene el Poder Judicial. De
todos modos, hay otros agentes que se encargan de reestructurar, de reproducir
voluntariamente los peores vicios de la estructura del Poder Judicial. En una
entrevista que se publica hoy en La Nación (acá), el Presidente de la
Asociación de Magistrados y Funcionarios Judiciales sostuvo que no existe la
corporación judicial: “entre los jueces hay gran diversidad. Es un poder poco
corporativo.” Sin embargo luego agregaba que “creo que la protección de una
remuneración digna es una actividad en la cual pueden decir que los jueces
actuamos corporativamente. Pero en todo lo demás, cada uno tiene total
independencia.”
Esta afirmación es notable puesto que denota un
profundo desconocimiento sobre la noción de corporación, que centralmente alude
a la defensa y la protección de los intereses económicos de los integrantes que
la conforman. El Presidente niega el carácter corporativo del Poder Judicial pero
incluye una excepción –la defensa de los intereses económicos- que es la regla
de las corporaciones. De todos modos hay algo peor, porque el Presidente defiende
el alto nivel del salario de los jueces –comparemos con el sueldo de los médicos
y las médicas, los maestros y las maestras, etc.- para que puedan vivir
dignamente sin recurrir a prácticas que pongan en juego su estabilidad. En
primer lugar cabe preguntarse: ¿Si un juez o jueza tiene un salario que le
alcanza para llevar una vida digna, qué tipo de vida tienen aquellos y aquellas
cuyo salario es notablemente inferior? Sin embargo hay algo peor: si un juez o
jueza se corrompe para poder llevar una vida digna, esa dignidad se ha perdido.
Pensar que la dignidad de la vida se reduce a mantener un nivel de ingresos
quizás sea un muy ajustado retrato de la corporación judicial. Ojalá que no
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